Tres décadas hace que prendió primero la Historia y luego una de sus técnicas "colaterales" la Arqueología. Desde entonces tantos paisajes, tantos lugares y en todos siempre un detalle, que nos deja un jirón de recuerdo. Por ello esta "arqueología colateral" aspira a recuperar retazos de aquellos viajes, estancias, personas, lugares que hemos surcado en pos de la labor cotidiana de la arena entre los dedos, la criba del hueso, de la astilla oxidada que un día clavo fue...

jueves, 15 de octubre de 2015

Villa hispanorromana de La Dehesa, Cuevas de Soria



La pasada primavera visitamos la villa romana de la Dehesa en el municipio de Cuevas de Soria. Tuvimos conocimiento del conjunto arqueológico por un tríptico en la oficina de turismo de Burgo de Osma, tríptico, por cierto, sin un mapa de situación y como luego nos comentaron en la propia villa, eran de un modelo que ya habían renovado incluyendo un mapa esquemático del emplazamiento del conjunto, a escasos 20 km. de la capital soriana. Accedimos desde el núcleo de Quintana Redonda donde un escueto indicador “Villa Tardorromana” nos encamina por un carril de unos 4 km. hasta la entrada del núcleo de Cuevas de Soria donde un nuevo indicador nos remite a 1 km. hacia la vega, donde se halla el conjunto arqueológico. Buen acceso y buen aparcamiento – detalle nada banal – puesto, como hemos repetido más de una vez, no solemos ir andando a los sitios que visitamos y en muchas ocasiones no se preveen los lugares o simplemente las indicaciones para un correcto estacionamiento.



Llegamos el día que se abría la temporada de la villa, de propiedad de la Excma. Diputación de Soria y gestionada por la empresa Soria Museum. El lugar se articula en una gran estructura envolvente que deja a cielo abierto el peristilo y cubre los restos de las estancias y áreas de circulación de la villa, describiendo un recorrido sobre pasarela en forma de U, desde su extremo este, pasando por las estancias absidadas de la cabecera de la pars urbana, para concluir en el extremo oeste, donde la pasarela desciende a la cota de los pavimentos de la villa. No obstante, la visita se inicia desde el sector sur de la villa donde se halla la sala de audiovisuales y el espacio museístico dedicado a la explicación del concepto de Magna Mater, que sirve de nombre e hilo conductor a las villas hispanorromanas de la actual provincia de Soria. Además de esta, se citan las pendientes de musealización de “Los Quintanares” de Riosaeco de Soria y “Los Villares” de Santervás del Burgo. En este espacio de museo, donde los paneles son protagonistas, se echa de menos alguna vitrina más de las dedicadas a los materiales arqueológicos recuperados, quedando el discurso ayuno de la cultura material que quedó depositada en las estancias que visitamos a continuación. Por cierto, la visita se inicia con la proyección de un video bien realizado y en el que intervienen especialistas sobre el tema, completado con una muy interesante infografía.



Sorprende la iniciativa de la Diputación de Soria de proteger un yacimiento que realmente no está terminado de excavar, por lo que podemos admirar parte de las estancias con los suelos de mosaico, mientras que otras, como el ala oeste y parte del sur permanecen cubiertas, quedando indicados el trazado de los muros mediante lineas de arena de color más claro. También es agradable (por lo inusual) la inmediatez de los “tajos a medias” o las zonas donde acaba cada una de las campañas de excavación y/o restauración y que quedan con los mosaicos antes y después de su limpieza. Creemos que estas áreas podrían ser señalizadas y ello contribuiría a relajar el tono de “aridez” que desprende el conjunto – ya que si bien los mosaicos son geométricos aunque muy variados y la amplitud de los muros queda bien marcada – tanto el peristilo, como las áreas sin excavar dotan al conjunto de un tono grisáceo que deberia ser atenuado con algo más de luz o apertura de claraboyas.



El conjunto visitable y más en una mañana luminosa, constituye un desplazamiento más que justificado. Hay que tener en cuenta que no todo el año permanece abierto y es aconsenjable consultar el espacio web http://www.villaromanaladehesa.es/. También es de reseñar las distintas actividades muy variadas que se desarrollan durante toda la temporada visitable. Y como ocurre en otros lugares, es imprescidible redactar y poner a la venta, una buena guía del conjunto de la villa. En suma una muy buena opción para conocer el poblamiento tardorromano del oriente de la Meseta Norte.

domingo, 11 de octubre de 2015

Fundación Museo del Vino (Valdepeñas, Ciudad Real)




Hace unos días hemos pasado la tade en Valdepeñas. Raro, pues por su cirvunvalación pasamos un par de veces al mes y casi siempre tomamos café en el Hotel del Hidalgo, pero no pasábamos una tarde desde hacía un par de décadas. Debíamos asistir a una presentación comercial y pensamos llegar un par de horas antes y visitar el Museo de la Fundación de Gregorio Prieto. A inicios de los años ochenta del pasado siglo tuvimos ocasión de conocer al insigne pintor manchego, cuando visitó el yacimiento arqueológico de El Cerro de la Encantada. Nunca hemos visitado su museo y nos atraía la idea. Pero la hora imperiosa se nos echó encima y acudimos a nuestra presentación directamente. Y, en la hora escasa que nos restaba, decidimos visitar el lugar en el que se encuadraba nuestra reunión, que no era ni más ni menos que el Museo del Vino. Un museo por otro.

Situado en la calle de la Princesa nº 39, la Fundacion Museo del Vino de Valdepeñas (http://www.museodelvinovaldepenas.es/). En el conjunto se ha integrado una bodega edificada a inicios del siglo XX y que perteneció a Leocadio Morales, de la que se conservan las crujías oeste y sur, además de parte del patio porticado que conformó una de las factorias agroalimentarias que fueron punteras en el despegue de la elaboración de vino en España y la superación de la grave crisis de la filoxera, que asoló la comarca hacia los años veinte. La crujía de la fachada norte se ha resuelto con una construcción de dos plantas que aloja la cafetería y tienda en la planta baja, biblioteca en la primera y sala de actos en la segunda. Esta crujía se apoya en un gigantesco paramento de mampostería caliza al estilo de las construcciones tradicionales de la zona. Al otro lado de esta pared se halla la crujía de acceso al museo y el lugar donde se han instalado las salas didácticas de nueva edificación, que sorprenden precisamente por eso, por su didáctica de un cultivo, que todos conocemos, pero del que la mayoría no somos capaces de discernir y ordenar los procesos y las fases de las que se compone. También nos sorprendierom gratamente , varios paneles firmados por Esteban, de una limpieza de líneas y riqueza de color ya poco usuales, de un estilo que guarda el sabor del último tercio del siglo XX y que ha sido barrido en aras del minimalismo que nos invade.

De vuelta al patio y tras pasar un par de salas dedicadas a la repercusión del vino en la literatura, así como de una completa enoteca de los vinos de la Denominación de Origen, podemos observar el muelle de descarga, el jaraíz o lagar y los chilancos -pozos donde se almacenaba el orujo resultante del prensado del fruto de la vid -. También destacamos la bodega y la cueva, ambas perfectamente conservadas con sus tinajas de 500 arrobas. El taller de tonelería y el laboratorio del viticulor son dos ambientes recreados con material original, que aportan un nota de nostalgia al tiempo que ya no volverá, y que aun conocimos los que ya hemos doblado la bisagra del medio siglo. Entre las piezas expuestas destacan dos prensas de husillos de madera, bastante antiguos y en buen estado y no podemos dejar de mencionar la exposición “Vendimia. 1959” realizada por el fotógrafo Harry Gordón y que constituye un verdadero documento de la Valdepeñas de aquel tiempo. En el patio se completa la exposición con diversos ejemplos de material rodante, carros y galeras para el transporte de los caldos, además de haber mantenido elementos esenciales de la bodega, como son el pozo y la báscula y la pavimentación de losas de piedra caliza, que delimitan distintos espacios de este patio.

En definitiva un museo bien cimentado en la tradición y en los magníficos fondos expuestos y con un discurso actual que nos muestra las líneas básicas de conocimiento necesarias para, al menos, al salir del museo, distinguir categorías de vino y proceso de elaboración. Sorpresa manchega que nos expone de una manera magnífica, el pasado de una industria agroalimentaria esencial en la economía de la España contemporánea.