Un signo más del tiempo de mudanza en
el que vivimos es la evaporización de la crónica diaria de Jorge
Bustos. Empresarios que no llegan a fin de mes escamotean el sueldo a
sus trabajadores y además pretenden que todo continúe igual. La
ausencia de la crónica prácticamente ha coincidido con la
suspensión de nuestra suscripción al diario por un cambio de
domiciliación de cuenta bancaria, al parecer no admitida por las
rígidas normas de la administración gaceteril. Y no lo siento, pues
no podemos apoyar a quienes quizás se estén alejando del ideario
que proclaman y que compartíamos.
Ya expresamos en una primera epístola
en esta misma tribuna nuestro afecto literario por un escritor que
además de joven, posee no solo una sólida formación, sino una
expresión poco usual en estos tiempos, ya que igual nos sumerge en
su día a día o nos eleva a los cielos de Bernini y Borromini. Ambos
ejercicios resueltos con el mismo interés para el lector, que al fin
y a la postre anda ávido de buena literatura contemporánea y ha de
desbrozar la jungla de juntaletras criminógrafos, historiógrafos,
hagíografos, pornógrafos y demás sacamantecas de lo negro sobre
blanco.
Sirva pues esta
segunda misiva como nota de ánimo a una persona que sinceramente no
creemos que merezca el cáliz que tiene delante en la actualidad. No
se si comentamos anteriormente que precisamente fue Jorge Bustos
quien nos abrió, indirectamente, las puertas de las hoy denominadas
“redes sociales”. Deseosos de conocer otros textos del escritor y
al reclamo del escueto “@jorgebustos1” colofón a
sus crónicas, nos decidimos a adentrarnos en Twitter, tras a nuestra
vez haber evitado cuidadosamente el Facebook, tan superficial y el
Tuenti, en el que nuestros sobrinos han reinado a razón de sus pocos
años y sus muchos amigos. Ahora, más de medio centenar de personas
se han interesado en algún momento por la crónica de nuestros
desvelos con el Patrimonio Histórico y sobre todo con los clientes
que no pagan a @castrvm, además de intercambiar algunos saludos con
el propio Sr. Bustos, quien atentamente responde a un humilde lector.
Ha sido a través
de estas redes sociales donde hemos conocido el trance que vive. Ayer
nos alegramos con el torrente de ciber-seguidores que expresaban su
alegría por los nuevos horizontes que van abriéndose. También a
través de esta red conocemos los textos que publica en otros
ciber-magazines a los que ya nos vamos aficionando. No obstante
lamentamos de igual manera que al parecer también “han evaporado”
el magnífico programa radiofónico “Albertos hasta el amanecer”
conducido por otro joven de valía, Alberto Lardíes.
Desde hace
treinta años, los mismos que atesora Jorge Bustos, asistimos a la
caída en picado del conocimiento y al ascenso de la información.
Esta misma información es la que ahora permite que conozcan este
texto al instante que termino de escribirlo, pero no olvidemos nunca
que la información es el medio y el conocimiento es el fin. Cansados
de banalidad, cada día nos alejamos más de la cinematografía donde
impera la misma industria que en la literatura contemporánea, donde
se nos impone tanta basura, que encontrar un buen libro o una buena
película es ya una tarea encomendada a nuestro olfato de
“hemisecular”. Por cierto, también fue en las redes sociales
donde tuve ocasión de conocer a alguien que sabe mucho de literatura
basura, Gonzalo Garrido, y a cuya ópera prima dedicamos también en
su día un par de textos.
En síntesis y
para concluir, ánimo Sr. Bustos, que el tiempo y el toro pone a cada
uno en su sitio. El toro lo hace de inmediato. El tiempo se toma a si
mismo, a veces más de lo que desearíamos, pero con la perspectiva
de unos años, al menos a nosotros, siempre nos queda la sensación
que no hemos engrosado nuestras cuentas bancarias aunque seguimos
siendo felices.