Tres décadas hace que prendió primero la Historia y luego una de sus técnicas "colaterales" la Arqueología. Desde entonces tantos paisajes, tantos lugares y en todos siempre un detalle, que nos deja un jirón de recuerdo. Por ello esta "arqueología colateral" aspira a recuperar retazos de aquellos viajes, estancias, personas, lugares que hemos surcado en pos de la labor cotidiana de la arena entre los dedos, la criba del hueso, de la astilla oxidada que un día clavo fue...

martes, 9 de noviembre de 2010

El castillo de Almenara



Ayer subimos al castillo de Almenara. Nos recibió como siempre la barrera con las troneras, que circundamos hasta el punto, justo donde se orienta al norte y se vislumbra Uclés en la lejanía, donde los cantiles impiden el paso. Dos torres de planta semicircular flanquean otra de idéntico trazado, que acoge en su paramento norte los restos de la puerta del recinto, cegada de antiguo aunque apreciables aún la base de las jambas, restos del matacán y el hueco donde debió de exhibirse un escudo de mediano tamaño. La visita no pudo ser más fructífera ya que acompañamos a tres reconocidos castellólogos que “nos abrieron los ojos” sobre determinados detalles, que en las visitas que casi todos los años realizamos con familiares y amigos, nunca advertimos.

Tras ingresar por el pequeño portillo situado junto a la imponente torre sudoriental, ascendemos por una pequeña rampa, maciza del escombro acumulado en el recinto y observamos el paramento interior de la barrera, con los restos de la escalera que accede al adarve (o camino de ronda). La torre que acoge la puerta cegada se halla curiosamente limpia de escombro y presenta la cara interior de aquella bien enmarcada por arco y jambas. El interior de las torres de la barrera conservan, además del escombro procedente quizás de una campaña de restauración realizada hace una veintena de años, la bóveda de su cubierta y huellas de distintas fabricas o reforma de sus paramentos originales. En el interior de este recinto destaca frente a la situación de la puerta original, restos de una torre con huella de ventana cegada y alambroz, posiblemente de época moderna y desde esta zona se accede a las caballerizas, que a modo de pasillo abovedado abraza por sus cuatro lados el gran aljibe que luego comentaremos. Diversos restos de estructuras afloran en esta zona, por la que llegamos al límite del castillo, al oeste, junto en la zona donde los cantiles (que hemos, mencionado al rodear la barrera) escarpan la planta en este lugar.

Volvemos sobre nuestros pasos y accedemos en la esquina sureste por una pequeña barrera con su arco que protege la entrada al tercer recinto, si los numeramos de fuera a adentro, y donde tras girar al noroeste, traspasamos el muro de lo que debió ser la torre del homenaje del primitivo castillo medieval, que debió tener una gran extensión y del que queda en su extremo occidental los restos de una estancia abovedada, junto a la que queda una ventana alta con dos bancos empotrados a cada lado de la misma. El extremo este del paramento se corresponde con los restos de una escalera y una chimenea, además de restos de atarjeas o canalizaciones de agua, que bien pudieran situar aquí el área de servicio del conjunto.

El área central del recinto interior, al que se accede desde el área central de este gran paramento conservado, se articulaba en torno a un patio posiblemente columnado que se halla sobreelevado respecto a todo el resto del interior del castillo. En el centro de este no muy amplio espacio se halla la boca de un aljibe y los tragaluces del techo de la caballeriza que lo rodea. La cubierta de aquel es abovedada, su planta es rectangular, tiene gran altura y sus paredes aparecen recubiertas de pintura a la almagra. Como no podía ser de otra manera, el macizado de escombros en el fondo del mismo augura aún unas mayores dimensiones de la estructura hidráulica. Otros elementos anexos en el área central del castillo y según acertada observación de uno de nuestros amigos, pueden hacernos pensar en reocupaciones sucesivas, sobre todo en los conflictos bélicos de los últimos dos siglos, del área central del castillo.

Siempre es gratificante recorrer bajo las escasas almenas e imponentes paramentos los restos de uno de los castillos señeros de la familia Mendoza en las tierras de la Orden de Santiago. En definitiva, una preciosa mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario